Es un hecho gravísimo, inexcusable, insólito, que dos reos condenados por homicidios a 30 años hayan escapado de sus prisiones hace un año y que la sociedad quedara expuesta a sus desafueros, sin noticias sobre sus respectivos paraderos.
José Vladimir Fernández Tavárez participó junto a otros tres hombres en el asesinato de Ángel Manuel Bello Pérez, tras emboscarlo y despojarlo de una suma de dinero mientras transitaba por el elevado de la 27 de Febrero.
Bello Pérez era asistente personal del ex banquero Ramón Báez Figueroa. El homicida se fugó de la sala de audiencia, gracias a que, por medio del Código Procesal Penal, solo tenía una coerción que no lo privaba de su libertad al pagar una “garantía económica”.
El otro prófugo, que también debía cumplir pena de cárcel por 30 años, es Luis Nelson Bonilla, quien está acusado de robo agravado.
Como se ve, se trata de dos peligrosos criminales que valiéndose de distintas estratagemas o “padrinos” estaban libres desde el año pasado.
Bondades del Código.
Fernández Tavárez pudo cometer otro crimen y, por este caso, fue reapresado. Como es tan hábil, a lo mejor se “escapa” de nuevo.
Ya hemos presenciado otros casos semejantes, con verdaderos y crueles asesinos que han logrado salir de la cárcel para continuar cometiendo fechorías o para servir como brazos ejecutores, sicarios al fin, de gentes que se las saben arreglar para liberarlos y utilizarlos en sus criminales retaliaciones.
Este y otros hechos ameritan que se revisen las disposiciones del Código sobre la libertad condicional, para que no se otorgue bajo la presunción de que el imputado, si tiene “arraigo” o bienes materiales en el país, sería incapaz de escapar.
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