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jueves, 14 de enero de 2010

La tragedia es también nuestra


El país ha sido el primero en responder a la desesperada situación de Haití tras el terremoto, llevando alimentos, medicinas, hospitales de campaña y otras ayudas.

El Presidente Leonel Fernández prácticamente amaneció reunido con sus ministros la noche del sismo y a las pocas horas numerosos camiones y helicópteros y más de 200 voluntarios entraban en Puerto Príncipe para organizar una operación de asistencia a los damnificados.

Al mismo tiempo, el Presidente Fernández ordenó medidas de flexibilización en lo que concierne al paso de productos por la frontera, y ha habilitado edificaciones y espacios a lo largo de la línea divisoria con Haití para el asiento de los voluntarios de otros países que ayudarán a las tareas de rescate y reconstrucción.

Organizaciones civiles están organizando redes de captación de ayudas dentro del pueblo y toda la sociedad dominicana ha quedado unida en el propósito de asistir a los desdichados vecinos haitianos en esta, la mayor tragedia de su historia.

Las repercusiones de esa catástrofe se sienten y se seguirán reflejando en la vida de nuestro país. Estamos comprometidos, ante el mundo y ante la historia, a cumplir con un esfuerzo supremo– adicional al que ya hemos hecho pero nadie nos reconoce–para la rehabilitación de Haití.

Aunque no pusimos los muertos ni las infraestructuras colapsadas, esa tragedia haitiana es también una tragedia nuestra, con todas sus consecuencias. Y no tardará mucho en que nos demos cuenta de que, desde ya, entramos a nuevas pero incodificables realidades.

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