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jueves, 21 de enero de 2010

Sobreviviente de Haití relata sus cinco días bajo los escombros


Atrapado durante cinco días bajo los escombros de un hospital derrumbado, clavado al suelo por la pata de una litera, un carpintero de 23 años hizo un recorrido mental de su vida y soñó en lo que haría de una forma diferente si ocurriera un milagro que lo dejara vivir.

"La pasé pensando 'qué lástima irme tan temprano, con tan poco logrado'", dijo Benito Revolus.

Su milagro se hizo realidad.

A pesar de una pierna severamente infectada, un pulmón perforado y numerosas heridas y moretones, la sonrisa de Revolus crecía cada vez más mientras contaba su experiencia, sobre el césped de la dañada oficina de la organización de ayuda francesa Médicos Sin Fronteras.

"Hay veces en que todavía no puedo creer que estoy aquí", dijo Revolus.

Cuando ocurrió el terremoto del 12 de enero, que mató a unas 200.000 personas, Revolus estaba recibiendo atención médica: estaba en otro hospital, recostado en el nivel medio de una litera de tres camas, después de ser herido de una puñalada en una pelea por dinero.

"Creí que era el fin. El techo se derrumbó antes de que pudiera entender qué fue lo que pasó", recordó. Otros pacientes pudieron correr, pero él no porque la sección superior de la litera se derrumbó sobre él, perforando su muslo izquierdo y clavando su cuerpo en los escombros.

Irónicamente, la litera también fue su salvación, pues el nivel superior le proporcionó un espacio para respirar que lo mantuvo vivo, apenas suficiente como para voltear su pecho cuando el dolor se volvía insufrible.

Los médicos consideran normalmente que tres días es el tiempo máximo que una persona herida de gravedad y que pierde sangre pueda sobrevivir bajo tierra, pero Revolus pasó cinco días bajo varios metros de escombros, con nada de beber ni comer. "Tenía tanta, tanta hambre", dijo, sonriendo de nuevo.

"Es un tipo con suerte", opinó Susan Shepherd, una residente de Nueva York que coordina a MSF en Haití.

"Nunca perdí la esperanza por completo", dijo Revolus, aunque reconoció que era muy difícil permanecer optimista cuando sus gritos no tenían ninguna respuesta. El sabía que al no haber ningún otro sobreviviente con él disminuía sus probabilidades de rescate.

Con poco que hacer, Revolus pasó su soledad orando y reflexionando sobre su vida.

"Le pedí a Dios que me liberara y le prometí que no desperdiciaría mi segunda oportunidad", afirmó Revolus.

Su primer paso sería perdonar sus viejas cuentas, dijo. También prometió "nunca volver a jugar a la lotería otra vez".

Revolus sabe que tuvo una "suerte increíble" al haber sido rescatado. Una vez que pueda caminar de nuevo, dijo que espera poder conocer a los bomberos que lo salvaron y viajar a Estados Unidos, donde la suerte podría volverle a sonreír.

"Me gustaría visitarlos para decirles gracias", afirmó. "Quizá ellos también puedan ayudarme a conseguir una visa para vivir en Estados Unidos".

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