Hace años que el presidente de la República dice lo mismo en todos los escenarios. Las mismas promesas, casi con las mismas palabras. Sólo hay que leer los tres largos discursos de toma de posesión. Anuncia las mismas obras, las mismas políticas, las mismas promesas de bienestar social, de seguridad ciudadana, de empleos, mejor calidad de vida; tolerancia cero contra el narcotráfico, la violencia y la corrupción; la promesa de que esos males sociales no pasarán. Como todos sabemos, nada se ha sido cumplido. Hoy más que nunca, narcotráfico, violencia y corrupción; hoy más nunca, desempleo y alto costo de la vida; hoy más que nunca pobreza y marginalidad; hoy más que nunca impunidad y tolerancia desde las altas instancias.
Leonel Fernández decía, cuando sólo tenía un senador, que no era conveniente para la democracia que el Poder Ejecutivo y el Legislativo estuvieran en las mismas manos; que los poderes del Estado deberían estar repartidos para garantizar el equilibrio político. Ahora dice todo lo contrario. Ahora pide otra vez el Congreso. ¡Bárbaro! Pedirles a los votantes que de nuevo acudan a las urnas para elegir a los candidatos del oficialismo es una ofensa, si no un cinismo, un chiste de mal gusto. ¿Dónde está el progreso? Los únicos que han visto el progreso son los que reciben un millón de pesos mensuales del barrilito sin contar con sus exorbitantes salarios y sus demás privilegios. Yo diría como Los Guaraguaos en un tema de Alí Primera: “No te dejes engañar cuando te hablen de progreso, porque tú te quedas flaco y ellos aumentan de peso”.
Otra vez, como en cuando el pacto rastrero, racista y reaccionario que firmó Leonel Fernández con Balaguer para impedirle el paso a Peña Gómez, se quiere meter miedo. Pero, ¿qué más anarquía que la que vivimos? ¿Cuántos funcionarios civiles y militares están señalados como corruptos? ¿Cuántos no tienen visa para viajar a Estados Unidos? ¿Y quién es loco para volver a votar por los candidatos del gobierno y darle al presidente Fernández el control del Congreso por seis años? Nada puede ser peor. Él busca garantizar que sus funcionarios, en vez de ir a la cárcel vayan al Congreso. Necesita el Congreso porque, si llega un presidente honorable, decente, serio, su corporación política la pasará muy mal, porque tendrá que responder por muchos crímenes y delitos contra este pueblo. Lo demás es cuento de camino.
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