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lunes, 10 de mayo de 2010

Voyeristas electorales


No acabo de entender todavía cómo podrían los observadores electorales extranjeros garantizar la pulcritud de unos comicios dominicanos. Para mí, ese tipo de testigo es como el voyerista, observador furtivo que se excita pero no participa en el acto erótico.

Este voyerismo electoral es más inútil si quienes lo practican están patrocinados por la Organización de Estados Americanos (OEA), organismo internacional que no podría estar más descalificado para defender los intereses democráticos de los pueblos latinoamericanos.

Observadores internacionales de ese tipo son más bien un mecanismo para reforzar al sistema económico dominante y favorecer al grupo que encabeza el poder político. Eso es lo que nos ha mostrado la historia de los comicios celebrados en República Dominicana. Son ellos el accesorio institucionalizado de la propaganda de las elecciones. Algo así como los tramoyistas, los que acomodan el escenario, en una obra teatral.

Su función es, en gran medida, atraer la atención de los medios de comunicación extranjeros utilizando personajes con alguna fama o con ditirámbicos títulos académicos que impresionan a los más ingenuos. No obstante, por más renombre o títulos que tengan, aún cuando estén bien intencionados, no les va a ser posible entender, en unos cuantos días que permanecerán en esta república bananera, los turbios manejos electorales ya establecidos.

Los extranjeros pensarán que exageramos si les contamos la realidad del clientelismo y el transfuguismo que ha predominado antes de estas elecciones. Les faltará imaginación para comprender que el fraude electoral se ha estado preparando desde hace cuatro años en la forma de repartir selectiva y miserablemente los fondos públicos. Jamás creerán cuando les informemos sobre el monto y la velocidad con que han alcanzado enormes fortunas los que hoy organizan las elecciones de sus respectivos partidos. Los voyeristas electorales que vienen desde otros países quizás podrían asombrarse al saber que los candidatos oficialistas no han hecho campaña alguna sino que ha sido el Presidente Leonel Fernández quien ha optado por treparse en helicópteros y camionetas todo terreno a pedir a la ciudadanía que vote por su manada de candidatos seleccionados a dedo.

Cuando aterrice el avión de los voyeristas ya toda la tramoya habrá sido instalada y cada uno tendrá su Cicerón que lo guiará por donde más convenga al sistema, llámese éste Junta Central Electoral o Gobierno leonelista. ¿Y la oposición? Bien gracias. Consumiéndose en su indigencia mental.

El libreto para los voyeristas extranjeros estará preparado de un todo. La libertad de movimiento no existirá. Ellos serán llevados adonde las autoridades quieran, siempre acompañados por sus anfitriones que jamás de los jamases mostrarán las imperfecciones del sistema que oculta los privilegios y el fraude previo. Deben olvidarse de tratar de hablar confidencialmente con los votantes, ya por la apretada agenda como por la omnipresencia de sus acompañantes.

De todas maneras, la cantidad de entrevistas que podrían sostener nunca será representativa del criterio de los votantes. Las urnas estarán permanentemente custodiadas por militares y policías cuyo Comandante en Jefe es la persona que más campaña ha hecho a favor de los candidatos de su manada. Nunca podrán presenciar si alguien es coaccionado o amenazado por su preferencia de voto. Cualquier acto de violencia ocurrirá antes de ellos entrar o después de salir del recinto electoral.

Asimismo, se les hará muy difícil evaluar los procedimientos y prácticas de conteo de los votos. No podrán estar en todos los lugares de conteo todo el tiempo ni conocerán los mecanismos establecidos para hacer fraudes, en cualquier momento que hiciera falta a los virtuosos de la prestidigitación electorera. No en balde sus aliados balagueristas han demostrado históricamente ser los artífices excelsos de las trapisondas electorales.

En fin, la historia de las elecciones dominicanas en el medio siglo reciente demuestra que los observadores electorales extranjeros nunca han servido para garantizar la limpieza en los comicios. Todo lo contrario, la OEA ha sido el mascarón de proa que ha permitido sustentar los gobiernos más corruptos y criminales de los años recientes. De ahí que, de mecanismo de propaganda del sistema no podrán pasar los voyeristas electorales que, de seguro, atestiguaron recientemente la limpieza de la elección de Porfirio Lobo en Honduras luego del golpe de Estado contra Manuel Zelaya.

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