Como muchas otras personas, Sean Duffy, un joven británico de 25 años, escribía mensajes ofensivos en la red. Pero por llevar la situación a un extremo, Duffy acaba de ser sentenciado a pasar 18 semanas en la cárcel.
El inglés fue encontrado culpable de publicar comentarios y videos denigrantes en páginas donde se rendía tributo a personas que habían muerto. Entre otras ofensas, criticó en una página de Facebook a una adolescente de 15 años que murió al chocar con un tren y a otra, un año menor, que supuestamente murió de un ataque de epilepsia.
Como ellas dos, hay cientos de personas y celebridades que a diario son víctimas de agresiones cibernéticas o de "trolling", como se conoce el fenómeno en la jerga de internet. Tom de Castella y Virginia Brown, de BBC News Magazine, investigaron el alcance de este fenómeno.
Según ellos, el nombre trolling se deriva de los trolls, que eran monstruos mitológicos y que hoy, en su versión moderna, se han convertido en una amenaza que para algunos es similar a una riña de tránsito, a vandalizar tumbas o patear una persona cuando está en el suelo.
Trolling es una manifestación que se ha popularizado en foros de internet, páginas de Facebook y en los comentarios en las versiones digitales de revistas y periódicos, que son bombardeados con insultos, provocaciones y amenazas.
Sus defensores argumentan que se trata de mensajes graciosos, de travesuras y de libertad de expresión. Pero para muchos, la agresividad y la naturaleza personal del abuso rayan en un discurso de odio y, en sus casos más extremos, incluso son considerados un crimen.
El trolling parece hacer parte de un fenómeno mayor que incluye lo que se conoce como "cyberbullying" o acoso virtual, que tuvo uno de sus primeros casos de alto perfil en 2006, cuando una niña de 13 años en Estados Unidos se suicidó luego de ser molestada virtualmente por uno de sus vecinos.
Una de las dificultades es que el Trolling es un término amplio e incluye todo desde una provocación impertinente a una amenaza violenta. Y los expertos siguen sin saber por qué las personas lo hacen.
"Virtualmente incontrolable"
"En línea, las personas se sienten anónimas y desinhibidas", le explicó a BBC News Magazine el profesor Mark Griffiths, director de la unidad de investigación internacional de juegos de azar de la universidad de Nottingham Trent, que entre sus especialidades tiene el análisis de la ciberpsicología.
"Bajan la guardia en términos emocionales y cuando el momento se calienta pueden convertirse en trolls de manera proactiva o reactiva", añadió.
Normalmente se trata de hombres jóvenes que lo hacen por diversión, aburrimiento o venganza, indicó Griffiths.
Pero no sólo se trata de jóvenes, y sólo basta con revisar una página aficionada de fútbol o de música para ver cómo personas de todas las edades hacen parte de los ataques más feroces.
Arthur Cassidy, un psicólogo especializado en redes sociales, agregó que el fenómeno es "virtualmente incontrolable", mientras Jaron Lanier, autor de You Are Not a Gadget, hizo énfasis en que el trolling es un fenómeno que puede afectar a todas las personas.
"La tentación está ahí afuera y podemos vernos afectados por nuestros impulsos. Si alguien reacciona, es algo emocional y puede ser difícil salirse del tema. Todos podemos convertirnos en trolls", les dijo a los periodistas Tom de Castella y Virginia Brown.
Posibles salidas
Expertos informáticos explican que una de las claves, por ejemplo en Twitter, es "no alimentar al troll" respondiendo a sus mensajes o ataques.
Por su parte, tanto Randi Zuckerberg, quien fue directora de márketing de Facebook, como la cabeza de Google, Eric Schmidt, han sugerido que los mensajes anónimos deben ser eliminados gradualmente.
Pero el comediante Dom Joly tiene otra táctica y se describe a sí mismo como "un asesino de trolls" que se siente bien investigando a sus atacantes y exponiendo sus identidades en público, especialmente donde pueden ser vistos por sus familias.
"Un tipo me envío un tweet desde su cuenta laboral diciendo que esperaba que mis hijos se murieran de cáncer. Informé de la situación al director de la compañía y fue despedido. No sentí lástima, debía haber ido a prisión", recordó durante la conversación con los periodistas de BBC News Magazine.
Algunas personas creen que la salida a este problema está en la regulación, pero el trolling no es culpa de internet, según Jeff Jarvis, autor de Public Parts. "Internet no crea amenazas especiales. Es una plaza pública donde la gente dirá todo tipo de cosas, algunas de ellas ofensivas".
La respuesta, según Jarvis, sigue en manos de las compañías, que deberían emplear suficientes moderadores para que prevengan que los comentarios escalen hasta convertirse en una campaña en contra de alguien".
Prohibir el anonimato en línea para prevenir el trolling sería remover el derecho que tienen los soplones y disidentes para hacer valer su mensaje, concluye.
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