"Los cigarrillos finos han emprendido además, no sin cierto éxito, una ofensiva de seducción de cara a las mujere"
Los fabricantes de tabaco utilizan azúcar y aromas para suavizar el gusto de sus productos y atraer al público más joven y a las mujeres, denuncia un estudio del Comité Nacional francés contra el Tabaquismo (CNTC) difundido hoy por los medios galos.
Ese análisis, realizado junto con la revista "60 millones de consumidores", explica que para captar nuevos consumidores y fidelizarlos se han desarrollado productos específicos con sabor o
aroma a vainilla, fresa o chocolate, que esconden la agrura del tabaco y de manera paralela refuerzan la dependencia a la nicotina.
Un decreto de 2009 prohíbe ya en Francia añadir edulcorantes en los cigarros y limita la cantidad de aromas de vainilla, pero según ese texto, recogido por el periódico "Le Post", "decenas de otros aromas siguen permitidos, y el decreto sólo se aplica a los cigarros, y no al resto de productos de tabaco".
"Como resultado, lo que está prohibido en los cigarrillos puede estar autorizado en otros", lamentan esas dos organizaciones, según las cuales se ha encontrado una cantidad de azúcar cercana al 10 por ciento en el tabaco de liar y edulcorantes en el papel de fumar".
La cifra resulta más llamativa porque según sus datos el 7 por ciento de los estudiantes se lían sus cigarrillos y el consumo del tabaco de liar ha pasado de 5.000 a 7.000 toneladas en los últimos veinte años.
"Los cigarrillos finos han emprendido además, no sin cierto éxito, una ofensiva de seducción de cara a las mujeres cargándose de aromas de vainilla. Nuestros análisis han descubierto en algunos productos cantidades diez veces superiores a las autorizadas en los cigarros", alertan los responsables del estudio.
La revista y el CNCT exigen por ello que la reglamentación se no sólo de manera estricta, sino que afecte a todos los productos del tabaco, y solicitan igualmente que se prohíban el resto de aromas ahora autorizados, algo que ya se ha puesto en práctica en Canadá.
Para contrarrestar la ofensiva de la industria del tabaco hacia las mujeres y los menores, se pide también que el etiquetado sea más transparente, porque no puede ser, según indican, "que en la
actualidad un consumidor esté mejor informado de la composición de un yogur que de la de un producto tan nocivo como el tabaco".
Ese análisis, realizado junto con la revista "60 millones de consumidores", explica que para captar nuevos consumidores y fidelizarlos se han desarrollado productos específicos con sabor o
aroma a vainilla, fresa o chocolate, que esconden la agrura del tabaco y de manera paralela refuerzan la dependencia a la nicotina.
Un decreto de 2009 prohíbe ya en Francia añadir edulcorantes en los cigarros y limita la cantidad de aromas de vainilla, pero según ese texto, recogido por el periódico "Le Post", "decenas de otros aromas siguen permitidos, y el decreto sólo se aplica a los cigarros, y no al resto de productos de tabaco".
"Como resultado, lo que está prohibido en los cigarrillos puede estar autorizado en otros", lamentan esas dos organizaciones, según las cuales se ha encontrado una cantidad de azúcar cercana al 10 por ciento en el tabaco de liar y edulcorantes en el papel de fumar".
La cifra resulta más llamativa porque según sus datos el 7 por ciento de los estudiantes se lían sus cigarrillos y el consumo del tabaco de liar ha pasado de 5.000 a 7.000 toneladas en los últimos veinte años.
"Los cigarrillos finos han emprendido además, no sin cierto éxito, una ofensiva de seducción de cara a las mujeres cargándose de aromas de vainilla. Nuestros análisis han descubierto en algunos productos cantidades diez veces superiores a las autorizadas en los cigarros", alertan los responsables del estudio.
La revista y el CNCT exigen por ello que la reglamentación se no sólo de manera estricta, sino que afecte a todos los productos del tabaco, y solicitan igualmente que se prohíban el resto de aromas ahora autorizados, algo que ya se ha puesto en práctica en Canadá.
Para contrarrestar la ofensiva de la industria del tabaco hacia las mujeres y los menores, se pide también que el etiquetado sea más transparente, porque no puede ser, según indican, "que en la
actualidad un consumidor esté mejor informado de la composición de un yogur que de la de un producto tan nocivo como el tabaco".
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