
Haga la prueba. Introduzca el
nombre del presidente de Chile en Google. Entre las primeras opciones
para completar que le sugerirá el buscador, que reconoce las palabras
más usadas, saldrá "mufa" lo que en buena parte del mundo
hispanoparlante significa "mala suerte".
El calificativo ha sido largamente repetido en
diferentes redes sociales y, por ejemplo, en Facebook hay decenas de
grupos o comunidades formadas bajo el parámetro "Piñera yeta", una
palabra para describir mala fortuna.
¿Cómo fue que en Chile se empezó a tratar de asociar a Sebastián Piñera con la suerte (o más bien, mala suerte)?
Su arranque como mandatario estuvo marcado por un momento de tragedia nacional.
En marzo de 2010, ya como presidente electo, uno de los
terremotos más fuertes de la historia sacudió a Chile y
generó un tsunami que golpeó devastadoramente a zonas costeras, apenas a
dos semanas de asumir el cargo de jefe de Estado.
Incluso durante la ceremonia de asunción, una réplica del sismo hizo recordar a los invitados el reciente desastre natural.
Meses después ocurrió el accidente de los ahora
famosos 33 mineros, en Copiapó, en el norte de Chile. Aunque lo que
parecía una tragedia humana se convirtió en una feliz historia de
supervivencia, en buena medida debido a la directa participación del mandatario.
A finales de 2010 otra vez una mala noticia. Un incendio en una penitenciaría dejó más de 80 muertos.
Y 2011 no fue mejor para Chile. Entró en erupción el volcán Puyehue (aún activo), se desató una grave
crisis estudiantil que aún sigue en pie y hasta uno de los presentadores
de televisión más conocidos y apreciados por la población falleció en
un accidente aéreo.
"...la imagen del Presidente de la República es mucho más que una columnita por aquí o una columnita por acá"
Andrés Chadwick, vocero presidencial de Chile.
En lo que va de 2012, el gobierno lidia con
incendios forestales que ya dejaron al menos siete bomberos muertos y
por los fuegos hay roces entre las autoridades nacionales y la comunidad
mapuche del sur del país.
Piñera no tuvo ninguna responsabilidad, ni
remota, en ninguno de los accidentes o desastres naturales, pero de
alguna forma parece haber surgido una matriz de opinión, cuya magnitud
es difícil de medir científicamente, que relaciona al mandatario con la
mala fortuna.
"Nos causa un poco de simpatía (el tema)",
minimizó ante periodistas este martes el vocero presidencial chileno
Andrés Chadwick, cuando se le preguntó por el tema, que ha sido
recientemente objeto de artículos en medios internacionales.
Y un poco más en serio apuntó: "la imagen del
Presidente de la República es mucho más que una columnita por aquí o una
columnita por acá".
Psicología
La suerte (o mala suerte) ha sido un tema
estudiado ampliamente en el campo de la psicología. Especialistas de
antes y de ahora han buscado demostrar teorías de por qué el ser humano
recurre a esta creencia para explicarse una determinada situación.

Hasta el momento, el mandato de Piñera se ha enfrentado a una serie de desastres naturales, manifestaciones y tragedias.
Para Carl Jung, fundador de la escuela del
psicoanálisis, las llamadas "coincidencias" son un efecto del
inconsciente colectivo. Es decir, algo así como una mentira dicha mil
veces que termina asumiéndose como verdad.
Un estudio de los científicos canadienses Peter
Darke y Jonathan Freedman, que en los años noventa intentó darle base
científica a la fascinación popular por la suerte, dice: "Las creencias
irracionales sobre la suerte pueden ser una manera de lidiar con la
influencia que tiene la fortuna sobre la vida cotidiana en algunos
momentos".
"Accidentes o desastres naturales están
prácticamente fuera del alcance de cualquier control y eso puede generar
mucha incertidumbre (...) entonces al creer en la suerte, el individuo
puede estar buscando mantenerse optimista aún cuando sabe que es
imposible tener control sobre ciertas cosas en su vida", agrega.
La rectora de la Escuela de Psicología Social del Sur, Glady Adamson, coincide con este planteamiento pero va más allá.
"Primero debe haber un contexto de incertidumbre
y complejidad, económica, política y social, que promueven una vivencia
cuya determinación de causas es difícil", dice a BBC Mundo.
"La suerte y la mala suerte son propias de la
cultura popular, y a la cultura popular le es complicado acceder a esas
complejidades (por ejemplo, problemas sociales); con lo cual aparece una
necesidad de simplificar la realidad y se empieza a creer en la
suerte", añade.
Según Adamson, "la idea del presidente ‘mufa
(mala suerte)’ no es cuestión de políticas o factores nacionales o
internacionales. Es que acceder a las razones profundas de por qué el
país vive una crisis es complicado. Y no es que la persona huye, es que
se trata de encontrar una explicación causal".
Es quizás lo que ha sucedido en Chile. Y no
desde el punto de vista de que el país está en una profunda crisis por
la situación sociopolítica (algo para algunos debatible) o por los
recientes desastres naturales, sino por la búsqueda por parte de la
población de una explicación de los hechos que sea simple de manejar.
Otros casos
Pero Chile no ha sido el primer caso de la historia donde se ha intentado relacionar la mala fortuna con un presidente.
Algunos historidadores venezolanos recuerdan
cómo a Simón Bolívar se le trató de tachar de portador de "mala suerte"
cuando en el primer año de las guerras de independencia contra España
ocurrió un terremoto que dejó decenas de miles de muertos.
El trágico evento ocurrió en las festividades
católicas de Semana Santa y algunos párrocos de la época han sido
señalados por la historia de haber sugerido que el mortal temblor fue
"castigo de Dios" por la independencia.
"... aparece una necesidad de simplificar la realidad y se empieza a creer en la suerte"
Gladys Adamson, rectora de la Escuela de Psicología Social del Sur
A principios del siglo pasado, en Argentina, el
entonces presidente José Figueroa Alcorta fue calificado como el
"yetador" (persona con mala fortuna) por un rival político de la época.
El mote pegó y se habría popularizado según una versión de
historiadores.
A Figueroa Alcorta tampoco lo ayudó el hecho de
que durante una visita a Chile, en 1910, se diese la muerte de dos
presidentes: el primero, Pedro Montt, tras una enfermedad, y el segundo
-el vicepresidente que reemplazó a Montt- de manera inesperada.
En épocas más modernas, está el conocido caso de
Carlos Menem, en Argentina. Su nombre quedó marcado en la historia como
"mufa" o "mala suerte" tras los descalabros que tuvo el país al
finalizar su gobierno en los años 90.
Pero hubo un episodio clave que alimentó
eternamente la cultura popular. Cuenta la leyenda que en 1989, le dio
una palmada en el brazo al ahora gobernador de Buenos Aires, Daniel
Scioli, para desearle suerte en una competencia náutica.
Un lamentable accidente impidió no sólo que Scioli ganase la justa sino que además perdió el brazo que le palmoteó Menem.
Hoy en día incluso muchos optan por "contras"
para "neutralizar" la presunta mala suerte que acarrea este
exmandatario. Por ejemplo, muchos prefieren hablar de "Méndez" en vez de
su nombre real.
Otros optan por métodos "más seguros". En las
últimas elecciones presidenciales argentinas de octubre, el jefe de mesa
donde votó Menem apareció en una gráfica periodística tocándose un
testículo mientras estrechaba la mano al expresidente para saludarlo.
Lo mismo se dice que habría hecho Néstor
Kirchner en 2005 cuando asumió como senador y tuvo que saludar a Menem
en el palco legislativo. Siempre con una mano en sus partes nobles.
Pero quizás el caso más curioso de todos ocurre en Nigeria hoy en día.
Algunos comentaristas de prensa han empezado a
decir que su presidente da "mala suerte" por reciente problemas que ha
tenido el país.
Curiosamente el mandatario nigeriano se llama Goodluck Jonathan, es decir buena suerte en inglés.
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