Fidel Castro recurre a menudo a una cámara de oxígeno y recibe frecuentes visitas de su primera esposa, Myrta Díaz Balart, tía de dos representantes de la Florida furiosamente anticastristas, según “Sin Fidel: Una muerte anunciada en Miami, La Habana y Washington”, libro de Ann Louise Bardach que acaba de salir a la venta.
Bardach dice asimismo que Castro lloró varias veces después de la colostomía que le salvó la vida en el 2006, según le contó un médico que estuvo con él el día de la intervención.
El libro de 278 páginas, publicado por Scribner Books, ofrece algunos datos nuevos sobre la enfermedad que alejó a Castro de la presidencia de Cuba, sus mujeres y su juventud.
Lo más destacado es la forma en que Bardach combina distintas fuentes para hacer un relato interesante incluso para quienes no saben nada de la historia reciente de la isla.
Muchas especulaciones
Bardach incluye abundantes especulaciones acerca de la salud de Castro y del futuro de la isla.
Lamentablemente, la mayoría de los detalles jugosos que ofrece están atribuidos a fuentes anónimas o directamente no tienen atribución. Eso es bastante común en Cuba, donde quienes comentan con extraños detalles de la vida personal de Fidel y su hermano Raúl Castro, quien lo sucedió en la presidencia, pueden sufrir represalias.
La ausencia de fuentes precisas, no obstante, debilita un poco el impacto de esos capítulos.
El libro se divide en tres partes: una enfocada en la enfermedad estomacal que casi le cuesta la vida a Fidel, otro dedicado al agente anticastrista Luis Posada Carriles, actualmente preso en Estados Unidos por un asunto de inmigración, y el tercero enfocado en Raúl.
Uno de los tramos más interesantes es la descripción que hace Bardach de los intentos que hizo el gobierno estadounidense para obligarla a declarar en el juicio de Posada Carriles, a quien ella entrevistó varias veces y quien le confesó que había estado involucrado en una serie de atentados contra hoteles de La Habana en 1997.
Posteriormente se desdijo, pero sigue siendo requerido en Venezuela y Cuba por esos ataques y por el atentado contra un avión en 1976, que dejó 73 muertos. Bardach afirma que “los padres de la patria dejaron bien claro en la Constitución que no querían que el gobierno allanase las oficinas de los periodistas en busca de sus archivos.
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