Luisito Martí, un verdadero artista

Con Luisito Martí el país pierde a muchos personajes juntos, todos aquellos que él emblematizó con su talento innato, con su inigualable versatilidad para ser un triunfador en la música, en la televisión, el cine y el humorismo.

Balbuena, Belarminio, Cabrera Moquete, Casimiro Valdez, Don Efraín, Leo, El Preso y Lamparita, constituyen una síntesis de toda su mejor representación humorística. Con cada uno de esos personajes, magistralmente llevados al cine y la televisión, Luisito Martí se consagró como uno de los grandes artistas nuestros del siglo XX.

Desde niño mostró vocación hacia la música, participando en la banda de su localidad natal y, más adelante, saltando a la fama en la orquesta de Johnny Ventura, donde fue musico e intérprete, con muchas de las piezas mejor pegadas en el ámbito farandulero, como “Se murió Martín”, “Te digo ahorita”, “El mudo” y su popular frase “Qué pasa Papo?”.

Era un ser humano excepcional, simpático, exigente consigo mismo, uno de los mejores libretistas para comedias de la televisión dominicana, y un jefe de familia apreciado y querido.

Luchó contra un cáncer de estómago, pero nunca perdió la esperanza de volver a los escenarios a hacer reír y deleitar a un pueblo que hoy, profundamente consternado, lo despide de este mundo, tras un intenso y doloroso batallar.

Con Luisito Martí perdimos a un gran dominicano, pero ganamos una nueva gloria para el arte nacional.

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No al “no”

Erradicar el “no” como condicionante de nuestro vocabulario puede ayudar a los dominicanos a alcanzar muchas de sus metas más apreciadas.

Todo lo que comienza con dudas, con un “no sé”, está de antemano condenado al fracaso.

Jamás podríamos “cambiar la página para cambiar las cosas”, si a la hora de enumerar metas comenzamos a enunciar las cosas que no nos gustan, en lugar de las que sinceramente queremos, abriendo así un canal a los influjos negativos.

Lo que tiene que imponerse es la actitud de alcanzar metas y confiar en esa posibilidad. Es un pecado sentirse incapaz o falto de méritos o de fe.

Mientras más metas nos impongamos, sobre todo si lucen en principio difíciles, más se fortalecerá nuestra capacidad para producir los urgentes cambios que está necesitando hoy la sociedad dominicana.

El “sí” impositivo y propositivo es lo que debe predominar en la mente y en la intención de todos aquellos dominicanos que aspiren a cambiar las cosas que andan o funcionan mal en nuestro país.

“No al no”. Esa debe ser la consigna si queremos avanzar y cambiar.

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Lo que queremos en Año Nuevo

Queremos, a partir de hoy, un país en el cual la ley principal sea la que conforman la esquina de la alegría sin límites y el amor sin fronteras.

Queremos un país libre de la verguenza de un Congreso que aprobó, entre otras bellezas, el Artículo 30 de la Constitución y el contrato de la Barrick Gold.

Queremos un país en el cual una tal Sobeida no resulte más popular que Martha Heredia.

Queremos un país en el cual valga más el interés nacional que la apetencia de los grupos de siempre.

Queremos una Patria para la cual todos sus hijos tengan el mismo valor.

Queremos un país en el cual se pueda vivir en paz y sentir orgullo de ser dominicanos.
Queremos un país en el cual el escándalo mayor sea el nacimiento de una flor y el peor conflicto el determinar cual de sus estudiantes es más inteligente.

Queremos una Patria que ponga por encima de todo la educación y la salud.

Queremos una Patria grande, sin mentiras, sin promesas que sabemos no se cumplen, sin demagogia, sin el dolor de las madres y sin la verguenza de la violencia intrafamiliar que en el 2009 se llevó 89 mujeres a la tumba por parte de hombres que "las querían demasiado" y no entendían que nadie es de nadie.

Quermos un país, a partir de estee 1 de enero, en el cual la gente valga por lo que es y tenga valor en la medida, en que es capaz de entregarse a hacer la Patria Grande, a cambio de nada. ¿No es mucho pedir....?

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Controlando los “fuegos artificiales”

Las autoridades han intensificado sus esfuerzos para impedir el uso descontrolado, en estas navidades, de los “fuegos artificiales”.

Desde hace años esa ha sido una de las acciones más demandadas por la sociedad, en vista del número de niños y adolescentes que sufren quemaduras al maniobrar estos detonantes.

Recientemente, cinco menores fueron víctimas del mal manejo de estos fuegos y hoy padecen las consecuencias de serias quemaduras en sus cuerpos.

Si las autoridades se descuidan, es posible que más casos de estos puedan ocurrir ya que la venta de los fuegos es pública y se hace en cualquier quiosco callejero, a pesar de las restricciones conocidas.

Ahora bien, la mayor responsabilidad en la prevención no es sólo de las autoridades, sino de los padres o los adultos que, sabiendo a qué daños se exponen los menores, les compran los artificios para que encuentren otra forma más de “divertirse” en las navidades.

Nuestro mayor deseo es que, primando la mesura y no el exceso, los dominicanos puedan celebrar la conmemoración del nacimiento del hijo de Dios, Jesucristo, en un ambiente de esperanza y alegría, y no en medio de accidentes o reyertas que generan dolor y luto en las familias y en los amigos de aquellos que se entregan al desenfreno en el consumo de alcohol o de estos “fuegos artificiales” con grandes riesgos.

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Martha, un modelo para la juventud

Martha Heredia ha demostrado, con su vibrante triunfo en Latin American Idol, que los jóvenes tienen caminos sanos y oportunidades para alcanzar objetivos plausibles en la vida.

Ella descubrió su talento, confi ó en su vocación, se lanzó a la conquista de una meta, pletórica de entusiasmo, fe en Dios y perseverancia.

Y ganó con todas las de la ley.

Los jóvenes que en algún momento piensan que no tienen futuro pueden encontrar en el ejemplo de Martha una enseñanza positiva. Es posible triunfar y alcanzar las máximas satisfacciones de la aspiración humana si se elige el camino correcto y se deja la holgazanería, la desconfi anza o la desesperanza, para caer en el parasitismo de los vicios y de la drogadicción o en la ominosa senda de la delincuencia y el relativismo en el vivir.

En el caso de una artista joven, Martha ha demostrado que para deleitar al público no hay que recurrir a la música basura, vacía de contenido, vulgar o asociada a todas estas aberraciones que hoy tronchan a muchas promesas de la sociedad dominicana, y que aún queda ancho espacio para lo sublime, lo amoroso y la buena esperanza, alimentos del espíritu y del arte, en las composiciones musicales para todos los públicos.

El triunfo de Martha nos dice mucho, nos enseña mucho y, en defi nitiva, nos une mucho en la promoción de los valores y en la exaltación de las grandes oportunidades que existen para todos los jóvenes dominicanos bien intencionados.

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La causa de nuestro desorden

No es casual que la mayoría de los jóvenes o adultos que perpetran delitos en nuestro país provengan de familias desintegradas o desarmonizadas.

Los que se crían sin una correcta formación dentro de las familias o en la escuela crecen sin hacer mucho caso a los valores que aseguran el orden y la vida civilizada en la sociedad.

Los que, por desgracia, han vivido la mala experiencia de ver sus hogares desintegrados o estar bajo el amparo de padres negligentes, estén o no unidos en matrimonio, también son susceptibles de quedar traumatizados y de elegir un camino contrario al de las buenas costumbres.

Siendo la familia, junto a la escuela y la iglesia, los elementos fundamentales para la socialización, cuando esos pilares se debilitan o se quiebran, es toda la sociedad la que sufre las consecuencias.

Lo que percibimos hoy es que un fenómeno muy extendido en el mundo está reflejándose nacionalmente en la medida en que la familia y el matrimonio pierden su sentido original.

Se legalizan matrimonios de personas de un mismo sexo, los abortos se permiten a granel, el sexo precoz irresponsable se extiende, se abre cancha a la pornografía y a otros cursos de la corrupción moral.

En una sociedad “liberalizada” de tal forma escasean o no tienen ningún valor las normas o reglas que promueven el respeto a la vida, a la ley, a la autoridad, a los padres y a los maestros, y todo parece funcionar de manera irregular.

El Primer Seminario Internacional Familia y Vida, que patrocinó esta semana la Arquidiócesis de Santo Domingo, ofreció un panorama desalentador de este proceso disgregador que fractura el principal núcleo de una sociedad, que se refleja en los crecientes índices de delincuencia y violencia, irrespeto e inmoralidad rampantes y en todo lo que luce hoy desordenado y descompuesto en este país.

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La moral, más que nada

En estos días, los jueces del país están en la mira de una sociedad que ya comienza a resentirse de las amplias “garantías” que dispensa a los delincuentes el actual Código Procesal Penal.

El propio presidente de la Suprema Corte de Justicia les ha hecho un oportuno llamado para que sean cuidadosos en sus juicios y que sus dictámenes sean concordantes con lo que establecen la Constitución y las leyes.

Es el mensaje correcto. Pero resulta que en presencia de un código demasiado laxo un juez que está procesando a un inculpado sobre cuya conducta frente a la ley o de su patrimonio recaen fuertes y justificadas sospechas, las alternativas penales o coercitivas son pocas: o una prisión preventiva, o lo despacha a la casa con una garantía económica o con una medida cautelar.

Si bien hay que ajustar las sentencias a las leyes y a la Constitución, no es menos cierto que si todos los jueces son moralmente íntegros, lúcidos en el discernimiento, estas cualidades valen mil veces más que las propias normas que ellos están llamados a observar y aplicar, y son las auténticas garantías de una justicia equitativa y justa.

Un juez sin moral, sin frenos para la lenidad, para el chantaje o para la búsqueda de “coimas”, tiene en este Código puertas abiertas -totalmente legales- para sentenciar a su mejor parecer, lavándose las manos como Pilatos frente al pedido de juicio contra Jesuscristo.

Hay una variedad de casos, que rayan en lo escandaloso, que obligan a la opinión pública a no quitar los focos de su atención sobre el proceder de nuestros magistrados.

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El hablar mal de los Kirchner es algo común entre los argentinos

Sea el portero, el taxista o el guía de turismo, en Argentina pocos hablan bien de su presidenta, Cristina Kirchner, y más aun de su marido, Néstor, un ex presidente que todavía preside.

Los comentarios llegan a ser mordaces, severos, en el enjuiciamiento del gobierno, y talvez eso explique la razón por la cual Cristina solo cuenta con 12 por ciento de aprobación popular.

Un director de periódico dominicano tomó un taxi al llegar a Buenos Aires y, como es natural, hizo preguntas al chofer sobre la situación del país. Cómo anda el turismo, cómo la temperatura, qué lugares atractivos visitar, cuál es el cambio de la moneda, etcétera.

Cuando le preguntó por el nivel de la delincuencia, el chofer le reclamó: ¿Cuál delincuencia, la callejera o la del Gobierno?.

Una guía turística, que dirigía un tour de editores periodísticos, mostró la Quinta de Olivos, residencia de los Kirchner y le aderezó este comentario: “Fijense lo cerca que estamos geográficamente del centro, sin embargo Cristina va y viene en helicóptero a la Casa Rosada. Con razón no se da cuenta de los baches y el mal estado de las calles”.

Comentó que la Presidenta suele usar aviones privados para sus desplazamientos y que manda a su hija a Montevideo de paseo, en un vuelo estrictamente privado, entre otras prácticas que molestan a los argentinos que la pasan mal económicamente.

En estos días la presidenta y su marido se fueron de cortas vacaciones a El Calafate, donde poseen una casona, mientras la Sociedad Interamericana de Prensa celebraba una asamblea que discurrió mayormente en ataques y críticas a sus políticas anti-prensa.

En esos días un sindicato de camioneros adepto al Gobierno cerró las calles de acceso a las plantas y edificios de redacción de los principales diarios, para restringir su circulación. La presidenta, sin embargo, hizo que le buscaran los ejemplares de la edición dominical de los diarios sometidos al bloqueo y que su avión Tango 03, de su uso oficial, se los llevara a Los Sauces, lo que dio lugar a que la prensa se refiriera al hecho como un “costoso servicio de canillita aéreo”, del cual nadie rinde cuentas.

Esta especie de “delivery” de diarios irrita a los ciudadanos, que le echan en cara al Gobierno su ineficacia para rescatar al país de la crisis económica y sus continuos desaciertos en políticas internas que lejos de alcanzar consensos o promover la unidad de los argentinos, divide más al país y lo sume en profundos desalientos. Tanto es así que la presidenta y su vicepresidente, Julio Cobos, están distanciados. Este es apenas un ejemplo elocuente.

El portero de un hotel dice que las cosas que están pasando aquí son insólitas. “Ahora el nuevo millonario es el señor Ochoa, el chofer de Néstor, porque a su nombre están las licencias de varios canales de radio y televisión” que le quitaron a los arrendatarios, entre ellos fuertes empresas periodísticas.

Aumenta la fortuna de la familia Kirchner
La fortuna de los Kirchner será investigada. El juez Norberto Oyardibe ha anunciado que ordenó un peritaje de los bienes de la pareja presidencial, que aumentó 158 por ciento en el 2008, ya que se ha murmurado que el ex presidente “arregló” su declaración jurada de patrimonio, incurriendo en un probable caso de enriquecimiento ilícito.

Otro elemento de escarceos políticos, sin que se hayan apagado todavía los ecos de las denuncias del “caso del maletín”, en los que altas sumas en dólares enviadas presuntamente por el gobierno de Venezuela para sustentar la campaña de los Kirchner en las pasadas elecciones legislativas ñque perdió su partidoñ fueron descubiertas, originando uno de los mayores escándalos políticos en este país.

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Un obsceno ejercicio del poder

El gobierno de los Kirshner es esencialmente anti-prensa y con frecuencia ejerce, en su contra, sus obscenas formas de poder.

Se las trae, desde hace tiempo, con los medios de comunicación que no se someten a la censura o a la complacencia para ocultar los repetidos fracasos y disparates que comete a menudo y que son la causa de que hoy la presidenta Cristina tenga una tasa de 68 por ciento de imagen negativa y un rechazo del pueblo a su gobierno del 64 por ciento.

Sus últimas arremetidas contra la prensa develan una ansiedad por controlarla al máximo. No solo despojó de sus licencias a varias empresas radiodifusoras y televisoras para repartirlas graciosamente entre las ONG amigas del gobierno, sino que ahora ha monopolizado la distribución callejera de los diarios y revistas y alienta a los sindicatos aliados a cerrar el paso a los despachos de periódicos en sus propias plantas impresoras.

El furor antiprensa ha llegado al extremo de los límites de una paranoia que alcanza densidades iguales o menores en otros países regidos por mandatarios que se ufanan en describirse como izquierdistas. El afán por yugular o restringir la libertad de prensa en sus países es una de las formas de eliminar el poder emergente que esta tiene en las sociedades modernas.

Sin una prensa libre no pueden denunciarse los desafueros o la corrupción rampante de los gobiernos ni el avance socialmente corrosivo que tiene el narcotráfico en estas sociedades, ni poner al descubierto otras flaquezas que amenazan el orden democrático y el ambiente de libertades del que hemos disfrutado en las últimas dos décadas.

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No más excusas

Ya es hora, porque se acabaron las excusas, de proceder a la revisión y reforma del Código Procesal Penal.

La sociedad no está preparada para presenciar cómo los delincuentes, tras ser atrapados en la flagrancia de un desafuero, vuelven a las calles amparados en los aspectos indulgentes de ese código.

Y si no vuelven a las calles a exhibirse incluso frente a aquellos que fueron sus víctimas, quedan con las manos y los pies libres para huir lejos, hasta fuera del país.

Esto se ha denunciado más de una vez. El clamor de la sociedad porque el Código restablezca algunas reglas que impedían la salida fácil de los delincuentes se ha hecho patente en múltiples oportunidades, pero todavía no se siente la voluntad política de proceder al cambio.

En Argentina, donde este código rige desde hace varios años con igual secuela de desencantos frente a tantas garantías que se conceden al delincuente, menos a sus víctimas, los reparos son constantes y han obligado a plantearse su revisión.

Aquí le llegó ya la hora, y no se admite más demora en esa revisión y modificación.

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Los 40 años de Punta Cana

Eran apenas diez cabañas y una gran enramada que hacía las veces de casa-club.

Era un paraíso virgen, bañado por una extensa y limpia playa. Un lugar aislado y, en ese momento, con escasas posibilidades de algún desarrollo.

Para llegar hasta allá, sin carreteras ni facilidades, había que atravesar muchos montes por la orilla arenosa o por avioneta.

A pocos se les ocurriría pensar que, 40 años después, aquel simple conjunto de cabañas se transformaría y se convertiría en lo que es hoy Punta Cana, un nombre que ya distingue al país, el destino que más extranjeros y vuelos atrae, una verdadera meca del turismo.

Sólo el sueño de Frank Rainieri y de sus socios norteamericanos, que fueron los primeros en adquirir amplias porciones de los terrenos iniciales del proyecto Punta Cana, motorizó la sucesión de cambios que han hecho posible que la zona se convirtiera en el mayor complejo hotelero e inmobiliario de la región Este, de gran fama mundial.

La perseverancia, la fe en el futuro, la conquista de los mercados, el apoyo sostenido que ha tenido Frank Rainieri de su esposa -Haydée- y de sus hijos, complementan esta historia del éxito de una consagración a una causa – en este caso la del turismoque iluminó desde sus inicios la pequeñita “aldea” de Punta Cana, hace hoy 40 años.

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El pastor de la sierra

Monseñor Roque Adames fue un verdadero pastor de la sierra.

En las aldeas de las montañas de su diócesis están las huellas de su misión, tanto en la siembra de la fe como de la educación de los más pobres.

De largo ejercicio como obispo de Santiago quedan, entre sus obras sobresalientes, los grupos organizados de campesinos, la formación intensiva de los laicos y su fructífero rectorado en la Universidad Católica Madre y Maestra.

Dirigió el Plan Sierra desde el cual fomentó no sólo la reforestación de amplias zonas que en el pasado habían sido los principales centros madereros del país, sino la educación ambiental y la técnica para que los campesinos sacaran mejor provecho a sus recursos.

Retirado hace varios años a consecuencia de problemas de salud, la Iglesia le rindió un homenaje de reconocimiento a sus años de pastor, oportunidad en la cual se pusieron de relieve sus extraordinarias cualidades como servidor de Cristo, como auténtico dominicano y como un sólido intelectual y pensador.

Sin perder nunca su gracia “cibaeña”, monseñor Adames fue siempre un obispo de pueblo, un amigo de los humildes, un consejero amable, un animador de obreros, un gran maestro y comunicador, en pocas palabras, un pastor de la sierra admirado por todo el país.

Su muerte ha sido una gran pérdida para los que lo respetaron y aprendieron sus enseñanzas cristianas, pero una gran ganancia para el Reino de los Cielos.

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Una lucha nada fácil

Luchar contra el narcotráfico supone, para las autoridades dominicanas, un gran esfuerzo en múltiples frentes.

No sólo tienen que luchar en tres planos concretos: el microtráfico y el consumo, la intermediación y lavado y, en la parte superior de la pirámide, los grandes carteles, sino que tienen que despojarse de sus propias lacras internas para poder avanzar.

Esta es la parte más complicada pues se han creado redes que involucran a militares y policías de distintos rangos altamente comprometidos con civiles que mueven y venden las drogas.

Las investigaciones realizadas en los últimos dos años por Estados Unidos y la Dirección Nacional de Control de Drogas arrojan resultados que dan una sobrecogedora dimensión del involucramiento de militares en el tráfico, poniendo al servicio de los narcos información privilegiada de inteligencia, expedientes y equipos navales para proteger los contrabandos de narcóticos y, ya en tierra, su comercialización entre distintas capas.

La sociedad tiene legítimo derecho a preocuparse por el sesgo que va tomando el narcotráfico y de ella dependerá que nuestra suerte, como país, no llegue a ser igual de tenebrosa, sangrienta y peligrosa, como la de otras naciones que han atravesado por ese calvario.

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Los “Carteles del Carbón”

Cuando se habla de “carteles”, la gente sabe que se habla de mafia. Y parece que, hasta para el negocio del carbón vegetal, está operando uno o más de ellos en la zona fronteriza.

El carbón viene a resultar oro en esa zona al ser un carburante accesible, pero su producción se hace a costa de cometer un crimen contra los bosques dominicanos, que sufren la depredación inducida por estos “carteles”.

Es una pena que mientras en el país se invierten recursos, tiempo y vigilancia para impedir la desforestación que ya en Haití ha desertificado grandes zonas que pudieron estar en producción, estos “carteles” operen impune y criminalmente.

Estas mafias están compuestas por haitianos y dominicanos. Entre ellos se reparten los territorios forestales, se “financian” los hornos de carbón y se realiza, ilegalmente, su distribución mayoritaria en Haití.

Las autoridades dominicanas están compelidas a desmantelar ya este vil proceso de destrucción de nuestras zonas boscosas, donde los únicos que ganan son los “Carteles del Carbón”, cuyos jefes matan o amenazan a los que se interponen en su floreciente negocio.

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Una situación alarmante

El dengue se ha recrudecido en el país y ya estamos, como admite Salud Pública, en máxima alerta epidemiológica por esa causa.

Esto indica que los ciudadanos deben esmerarse en cooperar para eliminar los criaderos domésticos o citadinos del mosquito que transmite esta enfermedad, que no son más que aquellos donde hay agua estancada.

El calor y las constantes lluvias, la existencia de basuras acumuladas en patios, aceras, calles o solares baldíos, contribuyen a incrementar los casos de dengue, que ya se reportan triplicados este mes en comparación con el mismo octubre del año pasado.

Muchas personas, en especial niños, han tenido que ser internadas con cuadros de fiebre y otros malestares asociados a los síntomas del dengue, aunque en esta ocasión las autoridades han detectado un tipo de dengue hemorrágico que es más agresivo y peligroso.

La situación está llegando a niveles alarmantes y preocupantes. Más allá del esfuerzo preventivo y de orientación de las autoridades sanitarias, el éxito en el combate contra la enfermedad sólo se alcanza si los ciudadanos cooperan y aplican las sencillas y elementales recomendaciones de no permitir depósitos de agua limpia o sucia en sus hábitats.

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Lucha antisecuestros

La Policía Nacional cuenta con un excelente equipo de profesionales para manejar los casos de secuestros que se presentan en el país.

Tiene oficiales formados en esa especialidad en las mejores academias del exterior y, hasta ahora, su participación en la solución de raptos ha sido impecable.

Muchos secuestros han terminado con las víctimas recobrando la libertad, sin pagar rescates, y con los autores detenidos o muertos.

Solo en el manejo del caso Baldera la Policía empleó unos 600 hombres, de todos los rangos, en una labor de vigilancia, rastreo, allanamientos y monitoreo electrónico de llamadas telefónicas y vehículos, en un operativo que duró 22 días y que exigió un trabajo continuo las 24 horas.

Ahora acaba de demostrar igual destreza investigativa resolviendo el caso del niño que fue secuestrado en Santiago la tarde del lunes y que, para alivio de sus padres y de toda la sociedad, fue rescatado sano y salvo, sin que se hubiese pagado el rescate de un millón de dólares que exigían sus captores.

Pese a todos estos éxitos en la lucha antisecuestros, no hay duds de que la situación reclama de más ayuda y fortalecimiento a las unidades especializadas de la Policía y una mayor respuesta de la sociedad ante este fenómeno, que tiene en la pobreza, en la delincuencia y el narcotráfico un indiscutible caldo de cultivo.

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¿Estamos Perdiendo El Juicio?

Parece que en el Congreso se ha desatado una competencia para determinar cuál de sus miembros salta a la fama con algún proyecto descabellado.

En las últimas semanas se han conocido iniciativas o proyectos individuales realmente asombrosos, tanto por su inviabilidad como por las lesivas consecuencias que pueden tener, por ejemplo, en desmedro de libertades o prerrogativas ciudadanas ya vigentes.

Ahora la última “prenda” de ese conjunto de disparates es la propuesta para aprobar una ley que establezca que todo aquel extranjero que se bañe en una playa tiene que pagar 35 pesos, mientras que si es dominicano sólo pagaría RD$17.50, fondos que nutrirían a los ayuntamientos.

No se explica cómo se cobrará ese derecho al acceso a una playa pública que la ley garantiza a los ciudadanos y pronto la Constitución lo consagrará entre sus cánones.

Pero no es necesario discernir sobre las complicaciones y la imposibilidad de imponer semejante impuesto, porque de entrada ni siquiera la intención misma del legislador ha de considerarse seria o merecedora de un análisis de profundidad.

Sencillamente hay que descartar de plano semejante arbitrariedad y exhortar a los legisladores a que sean más comedidos y serenos a la hora de ejercer su legítimo derecho a proponer leyes, en la convicción de que los gobernados, que somos todos, aún gozamos de cierto privilegio para mantenernos cuerdos y racionales y al mismo tiempo reluctantes frente a cualquier desatino en que pretendan incurrir los poderes públicos.

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El Final De Un Secuestro

Una circunstancia propicia permitió que el joven Eduardo Antonio Baldera Gómez, secuestrado el 18 de septiembre, pudiera liberarse de su largo y preocupante cautiverio.

Al lograr zafarse de las esposas que ataban sus manos y aprovechando el descuido de sus vigilantes, logró salir de una casa en una zona remota de Villa Vásquez y alcanzar la plena libertad.

Es un epílogo feliz para un caso que apesadumbró y mantuvo en vilo a sus padres, a sus amistades y especialmente a la comunidad de Nagua, y una buena noticia para todos aquellos ciudadanos que siguieron con atención la evolución de su secuestro.

Toca ahora a la Policía Nacional, que hizo desde el principio un excelente trabajo de persecusión y arresto de otros implicados, esclarecer por completo la trama y completar el enjuiciamiento de todos los responsables.

El secuestro es una de las modalidades a las que recurren individuos o grupos de delincuentes que buscan dinero o ejercer alguna extorsión, y a menudo se prestan para esa inhumana tarea células armadas de gente que dice llamarse “revolucionaria” y que, como las FARC de Colombia, pactan con el narcotráfico para conseguir dinero y armas a cambio de proteger este vil negocio.

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Una grave denuncia

Es sumamente grave la denuncia que ha hecho el presidente de la Comisión de Ética del Estado, respecto a la presunta sobrevaluación de las ofertas presentadas por compañías extranjeras para la construcción de la presa de Monte Grande.

De acuerdo con el doctor Marino Vinicio Castillo, dos empresas de tres que participaron en una apresurada licitación para el diseño y obras conexas ofertaron costos que superaban en 30 millones de dólares promedio los valores reales.

En otro caso, los costos presentados para la rehabilitación de la presa de Sabana Yegua superan los 100 millones de dólares, cuando mediante un proceso de escalamiento de costos al año actual solo da la suma de 60 millones de dólares.

Estos datos ameritan de una profunda y seria evaluación por parte de los órganos contralores de la República, antes de emprender una obra de la magnitud e importancia que tendría Monte Grande no solo para asegurar la producción agrícola en una vasta y empobrecida área del Suroeste, sino para contener las inundaciones del Yaque del Sur y la pérdida de millones de litros de agua que van a parar al mar por falta de almacenamiento adecuado.

Como rector de una entidad llamada a vigilar el buen uso de los recursos públicos y del comportamiento ético de funcionarios y empleados del Estado, el doctor Castillo asume su responsabilidad al advertir sobre estos elementos que considera anómalos en el proceso de licitación de una obra que podría superar la inversión de más de 300 millones de dólares, y este país no puede darse el lujo de que haya malversación de los limitados fondos de que disponemos para el desarrollo nacional.

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AM. - Colegios

Todos los años, por lo menos dos veces, la tarifa de los colegios es tema de portada. Se discute el alcance de la subida y el derecho de los centros a cobrar por adelantado. El Estado, aparentemente, se pone de parte de las familias y exige contención.

Pero no discutimos suficientemente el verdadero problema. Si el Estado ofreciera a los ciudadanos un sistema de educación pública adecuado, de la calidad suficiente, no estaríamos obligados a enviar a nuestros hijos a un centro privado a la mínima posibilidad.

Así, todos los años tendremos la misma pelea. Quizá no todo el mundo elige el centro educativo al que envía a sus hijos por los motivos correctos. Pero ese es un problema individual. El colectivo es que la educación pública no se corresponde a los niveles de desarrollo y calidad que se precisa para competir no sólo en el mundo globalizado, sino aquí, en casa.

¿Cuántos funcionarios del gobierno envían a sus hijos a la escuela pública? ¡Ni siquiera defienden la obligación de destinar, por Ley, el 4% del presupuesto a Educación!

La educación sólo se puede trabajar a largo plazo y con una determinación de la que han carecido nuestros gobernantes. La excusa, siempre, es la falta de dinero. Y siempre, el dinero aparece, sólo que para otras cosas.

Las tarifas de los colegios privados dejarán de ser un problema cuando la educación pública sea de la calidad que se merecen los ciudadanos y que, además, se les exige cuando salen al mercado laboral.

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